Crónica de la Madrugá en Sevilla | 18 de abril de 2025

por | Abr 20, 2025 | Blog, Galeria, Noticias | 0 Comentarios

Sevilla vuelve a abrazar su noche más sagrada tras una Madrugá llena de emoción, imprevistos y esperanza

La Madrugada del Viernes Santo de 2025 quedará en la memoria como un ejemplo de fe y templanza, en una noche donde la ciudad supo sobreponerse al sobresalto, sobrellevar los retrasos y volver a vibrar con el paso majestuoso de sus seis hermandades: El Silencio, El Gran Poder, La Macarena, El Calvario, La Esperanza de Triana y Los Gitanos.

Una noche para mirar al cielo… y al alma

El parte meteorológico disipó los temores al anochecer: solo un 20% de probabilidad de lluvia, suficiente para que la ciudad se preparara para vivir la noche con intensidad. A las 00:00 h, la cruz de guía de la Hermandad de la Macarena se ponía en la calle, marcando el inicio oficial de la Madrugá sevillana. Minutos después, El Silencio salía de San Antonio Abad con la solemnidad de siempre y, casi al unísono, se abrían las puertas del Gran Poder, comenzando su caminar eterno.

La Reina Sofía, presente en varios templos y puntos claves de la jornada, fue testigo directa del inicio de esta noche sagrada, incluso encargándose de la primera levantá del paso de la Virgen de la Esperanza Macarena, y recibiendo una ovación cerrada en la Campana. Su presencia reforzó el valor simbólico de esta noche tan significativa para la ciudad.

El susto de la noche: explosión en la calle Relator

Cuando el cortejo de la Macarena avanzaba por la Alameda y Relator, una explosión en dos arquetas eléctricas generó momentos de tensión y carreras puntuales. Afortunadamente, la rápida intervención de los servicios de emergencias y la madurez del público impidieron que pasara a mayores. A raíz del incidente, la hermandad decidió modificar su recorrido de regreso, eliminando del itinerario calles tan emblemáticas como Parras, Relator y Escoberos. La entrada a la basílica se adelantó 30 minutos por una vía más directa a través de Feria y Resolana.

Retrasos, ajustes y una ciudad que responde

Los retrasos se acumularon durante toda la noche. Desde la salida misma de la Macarena con 4.300 nazarenos en su cortejo, ya se intuía que los tiempos no se cumplirían con exactitud. El Silencio y el Gran Poder lograron mantenerse relativamente puntuales, pero el volumen de nazarenos y el paso pausado de otras cofradías derivaron en un retraso de más de una hora en la Campana, generando embotellamientos que afectaron a La Esperanza de Triana y a Los Gitanos, las últimas en entrar en Carrera Oficial.

La Esperanza de Triana vivió momentos memorables, como la petalada en Pureza, tan intensa que fue necesario retirar pétalos del techo del palio. Ya bien entrado el día, el paso de Cristo de las Tres Caídas cruzaba la Puerta de Palos de la Catedral, seguido del palio de la Esperanza.

Los Gitanos, por su parte, ofrecieron una estación marcada por la emoción y el cante. Desde el Palacio de Dueñas hasta su paso por la Campana al compás de Gelem Gelem, la hermandad rindió homenaje a los 600 años del pueblo gitano en España. Las saetas se sucedieron durante toda la mañana y el paso de la Virgen de las Angustias por Santa Catalina fue uno de los momentos más sentidos del día. La hermandad entró en la Catedral pasadas las 10:00 h y regresó a su santuario a primera hora de la tarde.

Seguridad, dignidad y devoción

La Madrugá de 2025 también fue la confirmación de que Sevilla ha aprendido de su pasado. La respuesta al incidente fue rápida, eficaz y sin alarmismos. El dispositivo de seguridad con drones, unidades fluviales, refuerzo policial y controles de acceso funcionó sin fisuras. La ciudad, aunque con ciertas limitaciones de circulación, vivió la noche con libertad, respeto y un espíritu de oración que se respiró en cada rincón.

En Campana, el arzobispo de Sevilla José Ángel Saiz Meneses volvió a poner en pie a la ciudad con una oración poderosa que, según testigos, emocionó profundamente a la reina Sofía y a muchos fieles presentes.


Una noche que volvió a ser lo que debe ser

La Madrugá de 2025 ha sido testimonio de una ciudad que se reencuentra con lo mejor de sí misma: su capacidad de emocionar, de sobreponerse y de vivir la fe con solemnidad, incluso en los momentos difíciles. A pesar de los contratiempos, la noche más esperada de la Semana Santa volvió a brillar. Sevilla demostró, una vez más, que la fe, el respeto y la memoria colectiva son su mayor fortaleza.

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