El esperado arranque de la Semana Santa sevillana dejó un Domingo de Ramos con sabor completo, aunque no exento de dificultades. La jornada se desarrolló finalmente con normalidad pese a las amenazas de lluvia, los ajustes de última hora y un modelo organizativo que evidenció carencias. Lo cierto es que Sevilla volvió a echarse a la calle para vivir con intensidad uno de los días más esperados del calendario cofrade.
Una Borriquita nocturna para asegurar la estación de penitencia



La Hermandad del Amor, con sus dos cofradías —Borriquita y el cortejo del Cristo del Amor y la Virgen del Socorro—, protagonizó una de las decisiones más comentadas de la jornada. Ante la inestabilidad meteorológica, la cofradía decidió retrasar la salida de la Borriquita hasta la noche, uniéndose así al itinerario del cortejo principal. Finalmente, la Cruz de Guía de la Borriquita cruzó el dintel del Salvador a las 21:10 horas, horas más tarde del horario inicialmente previsto, lo que no restó ni un ápice de ilusión a los pequeños nazarenos y a las familias que llenaban las inmediaciones del templo. La última vez que los tres pasos del Amor compartieron la calle en una misma jornada fue en 2016, repitiéndose ahora, nueve años después, una imagen que ya es historia reciente.
El “trenecito” que no convenció
Uno de los puntos más conflictivos del día fue la configuración del conocido ya como “trenecito” que enlazó, en cadena, las salidas desde la Catedral de las hermandades de la Cena, San Roque y la Amargura. Con más de 3.000 nazarenos y siete pasos, el tránsito por la Puerta de Palos y la calle Francos se convirtió en un embudo que arrastró retrasos acumulados de más de una hora.



La Cena abandonó la Catedral con 31 minutos de demora, San Roque lo hizo con 38 y la Amargura, con 59 minutos de retraso, no salió hasta las 23:01 horas. A esas alturas, buena parte del público que ocupaba las sillas de la carrera oficial ya había abandonado el lugar. Aún así, la escena fue de una Sevilla entregada, con los cortejos aún ocupando el corazón del centro histórico pasada la medianoche.
Lo que pretendía ser una solución para aligerar la jornada acabó por convertirse en un cuello de botella que afectó también al discurrir de cofradías como la Estrella, que se vio notablemente ralentizada. A juicio de muchos, esta fórmula requiere una profunda revisión si se pretende mejorar la fluidez de la carrera oficial en próximos años.
La amenaza de lluvia y una acertada toma de decisiones
Aunque los pronósticos mantenían en vilo a las hermandades, lo cierto es que la lluvia solo hizo acto de presencia de forma leve y puntual en torno a las siete y media de la tarde. A esas horas, el Señor del Silencio salía de San Juan de la Palma, la Paz atravesaba la carrera oficial, y la Cena esperaba en Campana. El resto del día, con cielos cambiantes pero soportables, permitió que todas las hermandades completaran su estación de penitencia.



La prudencia fue clave, y en especial, el ejemplo dado por la Hermandad de San Roque, que en la víspera pidió a sus hermanos acudir a la iglesia con el hábito aunque el cielo estuviera plomizo. Una llamada a no precipitarse ante los partes meteorológicos que sirvió de guía para toda la jornada.
Devoción, calor y gran ambiente
Desde primera hora de la mañana, con cielos despejados y una temperatura que fue subiendo durante el día, el ambiente en las calles fue extraordinario. Hermandades como la Hiniesta brillaron con luz propia desde su salida, con un recorrido que sigue manteniendo todo el sabor clásico de la Semana Santa de barrio. La Virgen de la Hiniesta, elegante y serena, regaló momentos inolvidables entre la Puerta de Córdoba y la Alameda, mientras sonaban los acordes de «La Estrella Sublime».


La Paz volvió a mostrar su personalidad inconfundible desde el Porvenir, y Jesús Despojado cruzó el centro con su habitual solemnidad. La Estrella, con un público entregado en Triana y en el Puente, mantuvo su estampa habitual de multitudinaria devoción, a resaltar que en el cruce con la Hermandad del Amor en la avenida de la Constitución, mientras el Santísimo Cristo del Amor entraba en la Catedral la Virgen de la Estrella pasaba con la marcha «Jerusalén», lo que queriendo o sin quererlo no deja de ser una curiosa coincidencia.


Conclusión: un arranque completo, pero con lecciones
Este Domingo de Ramos 2025 quedará en la memoria como una jornada intensa y plena, con todas las cofradías en la calle pese a las dudas iniciales. El calor, la afluencia masiva de público y el esfuerzo de las hermandades marcaron una jornada que fue un éxito en lo espiritual y en la presencia, pero que deja como asignatura pendiente la revisión de algunos aspectos organizativos, especialmente el tránsito por la carrera oficial.




Mientras tanto, Sevilla ya vive con emoción las siguientes jornadas de su Semana Santa. El Domingo de Ramos, pese a sus sombras, ha dejado una luz clara: la fe sigue siendo más fuerte que cualquier pronóstico.
Fotografías de Rafa Soldado, Eva García, Ruiz Calafat, Rubén García y David Camacho.