La noche del 22 de diciembre volvió a dejar una de las estampas más esperadas del calendario de Glorias con la salida de la Virgen del Rocío de Sevilla desde la Iglesia Colegial del Divino Salvador. Como cada año en esta fecha tan señalada, el centro histórico se llenó de devoción y rezos para acompañar a la Virgen, en una jornada que marca el cierre del tiempo de las Glorias y abre definitivamente las puertas a la Navidad.
La procesión tuvo lugar tras la finalización del tercer día del triduo celebrado en honor a la Virgen, que comenzó a las 19:00 horas en el retablo mayor del templo. En torno a las 20:30, el paso se puso en la calle ante una abarrotada Plaza del Salvador, iniciando un recorrido que discurrió por Álvarez Quintero, Entrecárceles, Francisco Bruna, Plaza de San Francisco, Plaza Nueva, Granada, Sierpes, Sagasta y regreso al punto de partida.
Uno de los momentos más destacados de la noche se vivió en la Plaza de San Francisco, donde la Virgen del Rocío fue recibida por la Corporación Municipal. Allí, los cantos de los coros, tanto el de la hermandad como el infantil, se unieron a una emotiva petalada que realzó aún más la solemnidad del instante, con el alumbrado navideño como marco incomparable.
Durante todo el itinerario, los coros de campanilleros aportaron ese aire tan característico que remite a la tradición rociera, mezclando rezos y cantos que acompañaron a la imagen en su caminar pausado por las calles del casco antiguo. La lluvia hizo acto de presencia en el tramo final del recorrido, ya en la calle Sagasta, lo que motivó una entrada algo más ágil en la Colegial del Salvador.
Pasadas las once de la noche, la Virgen del Rocío regresaba a su templo, poniendo el broche final a unos cultos especialmente significativos en este año en el que la hermandad conmemora el 75 aniversario de su fundación, dejando de nuevo una noche para el recuerdo en la memoria de Sevilla.
Galería de imágenes: Rafa Soldado