La Virgen de la Estrella, conocida como La Valiente, volvió a brillar en las calles de Sevilla el pasado 31 de octubre, desafiando la amenaza de lluvia y el aviso de alerta amarilla. Este traslado histórico hacia la Catedral, con motivo de los 25 años de su coronación canónica, convocó a miles de fieles y curiosos que, bajo paraguas cerrados, esperaban que la DANA no empañara el fervor del día. Y así fue: con una tregua climatológica, el cortejo avanzó con paso firme, entre vivas, aplausos y la emoción que solo Triana sabe dar.
Desde primeras horas de la tarde, el bullicio en la calle San Jacinto anunciaba que no se trataba de un día cualquiera. Las colgaduras y guirnaldas, preparadas por el grupo joven de la Hermandad, llenaban de color el barrio y convertían esta jornada en un Domingo de Ramos anticipado. El olor a incienso y el sonido de cohetes rompían el cielo, mientras el cortejo comenzaba su andadura en la Parroquia de San Jacinto. En esta ocasión, la Virgen de la Estrella vestía el palio diseñado por Juan Manuel Rodríguez Ojeda y el manto de Consolación Sánchez, destacando en un despliegue de belleza que pocas veces ha cruzado el dintel de San Jacinto.
A las cinco en punto, con cierto retraso, las puertas del templo se abrieron y la Virgen de la Estrella comenzó su recorrido hacia la Catedral, dejando Triana momentáneamente huérfana. La procesión se movió con serenidad, y aunque en el ambiente latía la posibilidad de lluvias, el paso nunca se detuvo. Los costaleros, mecían con delicadeza a La Valiente, al compás de las marchas interpretadas por la banda de la Oliva de Salteras, mientras los fieles miraban al cielo, confiando en que este también respetaría a su Virgen. Desde las azoteas caían pétalos de rosa y las calles se inundaban de devoción, cumpliendo un sueño que se postergó durante los años de pandemia.
Con el Puente de Triana como testigo, el paso avanzó dejando una estampa imborrable en la memoria de quienes la acompañaban. La Estrella recorrió Sevilla, su ciudad, iluminando cada rincón por el que pasaba. Al llegar a la Plaza del Altozano, la Virgen hizo una vuelta completa, una despedida simbólica antes de cruzar el río hacia el centro. El recorrido, que tuvo que ser acortado por respeto al luto nacional y la incertidumbre meteorológica, se llevó a cabo por calles emblemáticas como Adriano donde la hermandad hizo una parada especial ante la Capilla del Baratillo y García de Vinuesa, hasta alcanzar la Avenida de la Constitución y dirigirse a la puerta de San Miguel de la Catedral.
Finalmente, a las nueve de la noche y bajo un cielo ya despejado, la Virgen de la Estrella entró en la Catedral, dos horas antes de lo previsto, con la misma solemnidad con la que se celebró su coronación hace 25 años. Este traslado, marcado por la incertidumbre y las adversidades, reflejó una vez más el arrojo de una hermandad que ha superado numerosas pruebas a lo largo de su historia. La Valiente demostró que, pase lo que pase, siempre hallará su camino.
A continuación ofrecemos una galería de imágenes de nuestros fotógrafos Lorena Martín, David Camacho, Sara Medina, Ruiz Calafat y Gonzalo Lara.