Terremotos en Sevilla: Un viaje por la historia de los sismos que han afectado a las Iglesias de la Ciudad

por | Ago 26, 2024 | Blog, Noticias | 0 Comentarios

Un nuevo sismo despierta a Sevilla: la madrugada del 26 de agosto de 2024

La madrugada del 26 de agosto de 2024, Sevilla se vio sacudida por un leve temblor que despertó a muchos de sus habitantes a las 6:11 a.m. Este seísmo, originado en Portugal a una distancia de 311,2 kilómetros, no causó daños significativos en la ciudad, pero ha servido como un recordatorio de la fragilidad de su rico patrimonio arquitectónico. A lo largo de los siglos, Sevilla ha sido testigo de varios terremotos que han dejado huella en sus iglesias y monumentos más emblemáticos, modificando para siempre la fisonomía de la ciudad.

El terremoto de 1356: El cambio en la fisonomía de la Giralda

Uno de los terremotos más significativos en la historia de Sevilla ocurrió el 24 de agosto de 1356. Con una intensidad de VIII en la escala Mercalli, este sismo tuvo su epicentro en el Cabo de San Vicente, al suroeste de la Península Ibérica. En esa época, Sevilla ya había sido reconquistada por los cristianos, y los reyes Fernando III y Alfonso X habían hecho esfuerzos por preservar la arquitectura islámica de la ciudad. Sin embargo, la naturaleza intervino de manera devastadora, afectando gravemente a varias iglesias y a la Catedral de Sevilla.

La Giralda, que en ese momento aún conservaba su remate original islámico conocido como «yamur» (un conjunto de cuatro bolas de bronce que coronaban la torre), sufrió un daño irreparable: el terremoto derribó estas bolas, que no fueron restauradas, y en su lugar se colocó una espadaña con una campana. Este cambio marcó el comienzo de la transformación de la Giralda en el icónico campanario que conocemos hoy. Además, muchas iglesias de Sevilla, como Santa Ana, San Román, San Miguel, Santa Marina y Omnium Sanctorum, sufrieron graves daños, lo que requirió una importante reconstrucción en los años posteriores.

El terremoto de 1504: La intervención de las Santas Justa y Rufina

El Viernes Santo del 5 de abril de 1504, un potente terremoto con epicentro en Carmona, cercano a Sevilla, sacudió la ciudad. Con una magnitud estimada entre 7 y 8 grados, el seísmo causó daños significativos en Sevilla, donde se registraron dos víctimas mortales y graves daños estructurales en varios edificios. Entre ellos, el convento de San Francisco fue uno de los más afectados.

Este terremoto también contribuyó a la consolidación de la leyenda de las Santas Justa y Rufina, las patronas de Sevilla, quienes, según la tradición, sostuvieron la Giralda durante el temblor para evitar que se derrumbara. Esta imagen se convirtió en un símbolo de protección divina para la ciudad, reforzando la devoción popular hacia estas santas.

El terremoto de 1755: El cataclismo de Lisboa y sus efectos en Sevilla

El 1 de noviembre de 1755, Día de Todos los Santos, la Península Ibérica fue sacudida por uno de los terremotos más devastadores de la historia, conocido como el terremoto de Lisboa. Con una magnitud de aproximadamente 9 grados en la escala Richter, el sismo y el posterior tsunami arrasaron Lisboa, pero también tuvieron efectos devastadores en Sevilla.

En Sevilla, el terremoto derrumbó unas 300 casas y dañó gravemente otras 5.000, dejando nueve muertos. La Catedral de Sevilla fue duramente golpeada: las campanas de la Giralda tocaron solas por la vibración, algunas partes de la torre quedaron en estado ruinoso, y las bóvedas principales de la Catedral sufrieron daños significativos. Este evento reforzó aún más la leyenda de las Santas Justa y Rufina, quienes supuestamente volvieron a intervenir para salvar la Giralda.

Además de la Catedral, la iglesia de Nuestra Señora de la O también sufrió daños considerables. Esta iglesia, situada en el barrio de Triana, fue una de las muchas que necesitó ser restaurada después del terremoto. Actualmente, uno de sus azulejos conmemora este hecho, y en él se puede leer que la iglesia fue restaurada en el año 1756, tras el devastador terremoto de Lisboa.

Como resultado de este terremoto, el Cabildo Catedralicio hizo un voto perpetuo de cantar un solemne «Te Deum» cada 1 de noviembre en acción de gracias, una tradición que se ha mantenido hasta la actualidad. Además, se erigió un monumento en la Plaza del Triunfo en 1756, en honor a la Virgen del Patrocinio, como muestra de gratitud por la protección divina durante el desastre.

El terremoto de 1888: La caída del cimborrio de la Catedral

El 1 de agosto de 1888, un sismo de baja intensidad provocó un colapso significativo en la Catedral de Sevilla. Este terremoto hizo que el cimborrio central, un elemento arquitectónico crucial que había sido reconstruido varias veces desde su inauguración en 1511, se desplomara, llevándose consigo partes de las bóvedas, el órgano, y destruyendo la verja y la vidriera del crucero.

Aunque la intensidad del terremoto fue baja, sus efectos en la estructura ya debilitada de la Catedral fueron devastadores, lo que llevó a una nueva fase de restauración que afectó tanto a la arquitectura como al patrimonio artístico de Sevilla.

El terremoto de 1969: Una noche de pánico en Sevilla

El 28 de febrero de 1969, un terremoto de 7,3 grados con epicentro en el Cabo de San Vicente sacudió Sevilla durante la madrugada. A las 3:45 de la mañana, el temblor despertó a miles de sevillanos, sembrando el pánico en la ciudad. Las líneas telefónicas colapsaron, y muchas familias huyeron de sus hogares en busca de lugares seguros, temiendo que los edificios pudieran derrumbarse.

Aunque este terremoto no causó daños graves en términos de pérdida de vidas humanas, sí afectó a numerosas edificaciones históricas. La Catedral de Sevilla experimentó desprendimientos de pináculos, gárgolas y remates, y una de las famosas azucenas de la Giralda se desprendió. Además, edificios emblemáticos como el Ayuntamiento, la Torre del Oro, el Alcázar y el Museo de Bellas Artes también sufrieron daños, aunque en menor medida.

La resistencia y adaptación de Sevilla

A lo largo de los siglos, Sevilla ha demostrado una notable capacidad para resistir y adaptarse a los desastres naturales. Cada terremoto ha dejado su huella en la ciudad, modificando su paisaje arquitectónico y fortaleciendo el vínculo entre los sevillanos y sus creencias. Las iglesias, en particular, han sido testigos silenciosos de estos eventos, sufriendo daños pero también siendo restauradas y embellecidas, reflejando la resiliencia de una ciudad que, a pesar de los desafíos, siempre ha sabido levantarse y seguir adelante.

El sismo reciente de agosto de 2024 es un recordatorio de la vulnerabilidad de Sevilla frente a los fenómenos naturales, pero también de su capacidad para superar la adversidad. Aunque esta vez no hubo daños significativos, la historia nos enseña que la ciudad y sus monumentos están siempre en un delicado equilibrio con las fuerzas de la naturaleza, un equilibrio que ha dado forma a su identidad única a lo largo de los siglos.

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