A fecha de 20 de diciembre de 2025, la Parroquia de San Gil Abad acoge uno de los cultos más señalados del calendario cofrade con motivo del centenario del primer besamanos de la Virgen de la Esperanza celebrado en 1925. La Hermandad de la Macarena ha querido mirar a su propia historia para recuperar, con rigor y sensibilidad, aquella estampa que marcó un antes y un después en la devoción mariana de Sevilla.
Hace cien años, los días 18 y 19 de diciembre de 1925, San Gil vivió una afluencia inédita de fieles que acudieron de manera masiva a contemplar de cerca a la Esperanza Macarena. Las crónicas hablan de un templo desbordado y de miles de personas congregadas incluso en el exterior, en una manifestación de fe que terminaría convirtiéndose en referencia para los besamanos posteriores de las dolorosas sevillanas.
Con motivo de esta efeméride, la corporación ha regresado a su antigua sede canónica para recrear aquel besamanos primitivo, fruto de un exhaustivo trabajo de estudio y documentación. El altar efímero instalado para la ocasión evoca fielmente el de 1925, gracias al uso de enseres propios y a la colaboración de otras hermandades que han cedido piezas históricas, como el dosel y las gradas, diversas lámparas y candelabros, o el frontal de un antiguo paso de Cristo.
El conjunto, enmarcado por un rico cortinaje y con más de cuarenta puntos de luz, envuelve la imagen de la Santísima Virgen de la Esperanza en una atmósfera solemne y profundamente simbólica. El discurso litúrgico del altar se sitúa en torno a la Expectación de la Virgen, presentando a Cristo muerto en la Cruz bajo un dosel que remite a María como sagrario vivo de Jesús, ofrecido para la salvación del mundo.
Para esta ocasión tan especial, la Hermandad también ha cuidado con esmero el atavío de la Virgen, reproduciendo el que lució durante su estancia en San Gil en 1925, cuando José Castro fue el encargado de vestirla. Esta recreación sirve igualmente como reconocimiento a la figura de Juan Manuel Rodríguez Ojeda, cuya huella artística permanece íntimamente ligada a la iconografía de la Esperanza. Su búsqueda de naturalidad y expresividad, heredera de tradiciones anteriores, definió una estética que aún hoy sigue siendo referente.
La Virgen se presenta con el histórico manto camaronero, obra de Rodríguez Ojeda y que este año conmemora su 125 aniversario, acompañado por la saya del arco y la réplica de la conocida toca de los rombos. Un conjunto que refuerza la lectura histórica y devocional de este besamanos conmemorativo.
Hasta el próximo 21 de diciembre, hermanos y devotos tienen la oportunidad de contemplar en San Gil una estampa que conecta directamente con la memoria viva de la Hermandad de la Macarena, recuperando una de las páginas más significativas de su historia reciente y reforzando el vínculo entre tradición, arte sacro y devoción mariana.
Al final de esta noticia se puede disfrutar de la galería de imágenes realizada por Rafa Soldado, que recoge con detalle la disposición del altar y la presencia de la Virgen de la Esperanza en este besamanos del centenario.









